lunes, 7 de abril de 2014

Oda a las ojeras

Hace unos días llegó a mi conocimiento un artículo (?) publicado hace unos meses en la versión digital del periódico “El Mundo”, titulado (agárrense) “El 'cuerpo 10' de Pilar Rubio se toma una excedencia por su embarazo”, y con el subtítulo “Decálogo de los cambios que sufrirá el cuerpo de la presentadora durante la dulce espera”.*
Encima, incluyen un bonito y nada obvio fotomontaje de qué aspecto tendrá la ex-reportera de “Sé lo que hicisteis” en su octavo mes de embarazo. Muy útil, porque ¿cómo estará cuando llegue a los ocho meses de embarazo? Creo que nadie se podría imaginar que tuviese un bombo que no le dejase ver los pies. Toda una sorpresa.
“Cuerpo 10” con respecto a qué escala y teniendo en cuenta qué parámetros, es otro tema. (Personalmente, me parece un concepto totalmente estúpido, y sexista, pero me voy a centrar en el “decálogo” en sí). Nos regalan una pequeña lista de todos los crímenes contra el cuerpo de la mujer que perpetra un embarazo: aumento de peso, crecimiento de la tripa, desdibujamiento de la cintura, ensanchamiento de las caderas, flacidez, celulitis, estrías, caída de pecho, deslucimiento del cabello y del rostro… Auténticos atentados contra la estética, como ven. Me llama especialmente la atención la frase “Afortunadamente, gran parte del peso acumulado durante la gestación se pierde en el momento de dar a luz”. Ufff, pues menos mal, ¿eh? Que ya estaba en un sinvivir. Desde luego, saber eso es todo un alivio para las mujeres recién paridas, cuya primera y más urgente preocupación es cómo sacarse de encima esa antiestética grasa extra (el ser humano pequeñito y chillón que demanda toda tu atención, energía, tiempo y cariño es algo totalmente secundario).
La gran paradoja de todo esto es que vivimos en una sociedad que exige a la mujer ser activa, dinámica, emprendedora, deportista, sociable, con inquietudes culturales, multiorgásmica,  tener un aspecto siempre perfecto Y querer ser madre y “asentarse en la vida” con un hombre, porque, como todo el mundo sabe, no eres mujer de verdad si ese no es tu objetivo primario en la vida. O sea que buscamos, básicamente, madres modelos, PERO cuando una mujer  “modelo” (tómese el término con pies de plomo) va a ser madre, lamentamos todo lo “se echa a perder”. O eres madre o eres “atractiva”. Porque en esta sociedad hipócrita que se nutre de las apariencias, el embarazo, la menstruación y todo lo que el cuerpo de la mujer conlleva de forma natural es algo sucio e incómodo que debe ser tabú. Debe ser tabú todo aquello relacionado con el cuerpo femenino que no implique directamente un beneficio estético. Lo incómodo, lo inoportuno, lo “sucio”, no existe.  Y cuando lo incómodo, lo inoportuno, lo “sucio”, deja de estar relacionado solamente con tu capacidad reproductora para extenderse a las arrugas, la celulitis, la piel desgastada por los años, las formas caídas, las patas de gallo, entonces, lo siento; para la omnipotente sociedad occidental del consumo del siglo XXI, ya no eres mujer. Eres algo viejo e indigno que, al menos socialmente, ya no tiene utilidad ninguna. 

El burka de la mujer occidental, señoras y señores, se llama talla 38.

Soy de esas mujeres que más de una vez, y más de dos, se ha presentado en clase a primera hora con rostro de fantasma y ojeras como dos soles por haberse quedado leyendo hasta tardísimo la noche anterior. Más de una vez, y más de dos, se me ha olvidado peinarme, por estar ocupada con otra cosa, por andar a toda prisa, por un despiste o por, qué demonios, pura pereza.  Mi técnica para elegir la ropa del día suele reducirse muchas veces a, básicamente, abrir el armario e improvisar. Y qué queréis que os diga. Me la suda.
Vivan las chicas (y los chicos) con ojeras, cara de cansancio, espinillas, kilos de más, kilos de menos, pelo revuelto, aire desaliñado (pero desaliñado de verdad, no desaliñado postureado), que se echan cremas o que pasan de hacerlo. Que resultan “incómodos” para un mundo que prescinde del es y se obsesiona con el parece.

En fin, que me cabrea muchísimo que “artículos” tan evidentemente ofensivos y machistas se cuelen en el periodismo serio (tan serio como puede llegar a ser el periodismo que hace "El Mundo”, se entiende). Bueno, mejor dicho, directamente, me toca los ovarios que dichos “artículos” existan. Que esta mentalidad siga existiendo, en una sociedad que ha avanzado tanto como para que podáis leer estas líneas desde las antípodas inmediatamente después de que las haya publicado, pero que sigue siendo fundamentalmente el máximo exponente de lo gañán y lo troglodita.

*Podéis leer este despropósito periodístico aquí:  http://www.elmundo.es/loc/2013/11/16/52866cbf61fd3d26558b457a.html